domingo, 2 de abril de 2017

¿Sabes papá?


Hola padre.  Dicen que el tiempo hace al olvido. Dicen que las heridas curan y que dejan de sangrar, dicen  que la rueda de la vida nos mete de nuevo en la dinámica y el trasiego de esta vida loca, rápida, y a su vez, efímera.  Dicen que el vacío se compensa con nuevas personas, en mi caso, con tu nieto Yago, al que le hablo de ti siempre diciéndole que estás en esa estrella que veo cada noche, allí, en lo alto del cielo, brillando incluso más que la estrella polar.  Dicen….

Pero yo no creo a nadie.  Creo en esos valores que me trasmitiste, en tu generosidad, en tu trabajo, en tu constancia, en tu amor, en tu alegría, pero sobre todo creo en tu presencia.  Porque no hay mayor alegría que la de sentirte cerca todos los días, en la de intentar transmitir muchos de tus valores a Yago (otros no, que eras en muchos casos un chapado a la antigua, aunque ahora empiezo a comprender que es muy posible que también me pase según lleguen los años a mi vida).  

Sigo yendo al calderón, como siempre. Pero fíjate que llevamos unos años ganando títulos, tuteando al Madrid como en tus tiempos (también hay cosas que no cambian, el trampas sigue siendo el trampas). No hay partido el el que no te busque en ese tercer anfiteatro repleto de personas que, como tu, emprendieron el viaje hacia la inmortalidad. Sigo siendo peregrino y no hay año en el que falte a mi cita con el patrón. En mayo volveré unos días y allí charlaremos, como siempre... Sigo (o lo intento), estar cerca de la familia.  Ser el primogénito me llena de responsabilidad, aunque es verdad que no soy mucho de llamar, pero ya sabes, estar siempre estoy.   

Persisto con mi faceta literaria. Aunque ya no sigo escribiendo como macho ibérico,  lo hago de una forma más variopinta, intentando tocar más palos. Y es que el sueño de escribir me tiene atrapado. No se si lo conseguiré pero que no quede por mi parte.  Ya ves, sigo siendo un poco risueño y soñador, como siempre, porque nunca dejo de soñar, y moriré así, soñando con epopeyas, batallas grandes historias de caballeros, de templarios, de amor.. 

Pero hay algo nuevo. La política. Un día me pregunte que es lo que podía hacer por mi país, me puse una camiseta naranja, y empecé a colaborar en Leganės, que ya es mi pueblo (se que muchos me dirán algo, pero como tu bien decías, el burro es de donde pasta). Te confieso que me gusta demasiado, y aunque tu, viejo lobo de mar, enarbolabas la bandera roja de la hoz y el martillo, se que estarías orgulloso de ver como intento que cambien las cosas para mejor. Algunos me llaman facha, otros cuñado, otros... Pero para eso eres un estandarte. Tu luchaste tanto en tu etapa en Alemania como aquí para que cambiarán las cosas. Así que, tengo sangre tuya, y eso ya contesta sobre mi tenacidad y afán de hacer tantas y tantas cosas.
  
Y a pesar de todo, a pesar de que llevas tantos años lejos de nosotros, sigo sintiéndote muy cerca. Cuanto daría por un beso tuyo, por un abrazo, por discutir, por quitarte la razón, por tomar una cerveza cada día después de trabajar, por escucharte reír, por verte dar un beso a mamá… Tantas y tantas cosas. Pero lo que más me gustaría, sería que cogieras a Yago entre tus brazos y le dieras un beso.  Lo que daría…

Han pasado los años, papá, han pasado muchas cosas, y pasarán muchas más. Pero lo que nunca pasa es el amor. Y te confieso que te quiero aún más, que día que pasa se de lo difícil que es ser padre.  Se que tanto tu como mamá sois un ejemplo de ello, y se que todo aquel que te recuerda, habla bien de ti. No conozco enemigo tuyo, como no conozco enemigo mio (será por algo). Solo se que hoy hace años que emprendiste un viaje que tu no deseabas ni merecías, que te aferrabas a la vida a cualquier precio, aunque yo deseaba que no pasaras por ese penoso trance y que el de la guadaña te hubiera llevado sin más, sin que te convirtiera en lo que no eras. Y aún con ello, le tengo que dar las gracias porque nos enseñaste lo que es la dignidad, pero sobre todo, por el amor de un padre hacía su familia, la que había construido y moldeado para que hoy seamos lo que somos. 

Somos felices papa, porque te tenemos muy presente, porque a pesar de tu partida, sigues muy cerca de nosotros, con nosotros.

Te quiero papa. Allá donde fueres, allí estaré…